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Una chica llamada Juana escapa por la noche para ir a un concierto con su amiga Ursula, pidiendo que la encubra a una de las sirvientas de la familia. En la noche un par de hombres entran a su casa para asesinar a sus padres, sus dos hermanos, y a la sirvienta, de quien pensaron que se trataba de Juana. Paralelamente en el concierto hubo algunos incidentes. Cuando Juana regresa a su casa, Elba, otra sirvienta que logró esconderse de los asesinos, la agarra en un instante y juntas logran escapar del asesinato. Juana ha perdido su identidad, y lo único a lo que le da prioridad es descubrir quién mato a su familia, y por qué.
El barrio La Colina vive a salvo de las peligrosas pandillas que lo rodean gracias a su líder, Chico, quien evita que las drogas entren a sus calles. Pero cuando Chico es asesinado precisamente por estos motivos en el concierto al que fue Juana esa noche, su hermano Hache (Ricardo Abarca) es quien deberá tomar su lugar. El problema es que la única preocupación de Hache es hacer música. Para sorpresa de todos los que lo creían incapaz de proteger al barrio, será precisamente a través de su música que Hache logrará mantener la paz en las calles de La Colina. Claro que no está solo. Además del grupo de músicos que lo acompañan, Hache es protegido por el maestro Xiang Wu, quien vive en la antigua casita china que corona el barrio, y por Sungaku, el dragón milenario que dormita en la pirámide Maya sobre la que está construida La Colina. Sungaku despertará de su sueño eterno gracias a las canciones que con tanta agudeza y sentido de la observación compone el talentoso Hache.

Somos muchos, si, si, somos muchos.
Hache
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